Cuando en una boda, ves tanta dulzura no sabes muy bien como comenzar. Algunas veces te propones empezar por el final o terminar por el principio, algunas veces sé que mi intención es resumir pero en ocasiones no puedo evitar quedarme mirando las fotos y pensar lo afortunados que somos, Eva y yo, de poder vivir tantas historias de amor, tantos momentos irrepetibles. Os aseguro que este año está siendo uno de los mejores de nuestra vida en cuanto a que cada vez más parejas están dándonos esa oportunidad y sólo podemos estar agradecidos por ello.
Esta vez os traigo a Rubén & Cristina. una pareja que se casó en la preciosa iglesia de Soto Iruz y celebraron su increíble banquete en la finca Villa Amelia.
Como ya os comenté en otras ocasiones , cada vez que los novios me lo soliciten, estaré encantado de poderles brindar mi pequeña historia, con todo respeto y sobre todo, con mucho cariño. Me hacéis llegar vuestro cariño desde algunos sitios que ni sé dónde están y, algo sorprendente para mi, es que están empezando a seguir estas pequeñas historias desde algunas partes muy, muy lejos de donde estoy y sé que con la grandeza de las nubes, puedo llegar a sitios que no cabría ni imaginar.. Sólo tengo palabras de agradecimiento ante ello, y os espero en los comentarios !!!!.
Esta vez nuestra historia como no podía ser de otra manera, empieza así…..
Hace mucho, mucho tiempo, en un bosque de nuestra querida Cantabria, donde acababa de comenzar el primer día de un nuevo año el sonido de un llanto aturdió la paz que reinaba entre los árboles. Allí estaba un precioso bebé en mitad del bosque, no se sabe porqué pero estaba sólo y hambriento, llorando y esperando que alguien se acercara a él.
Rápidamente y con la magia de nuestros bosques, apareció ella, apareció nuestra preciosa Anjana, con su dulce mirada y su susurro encantador. Le comenzó a cantar su canción preferida, todo el bosque se había alineado para que aquel susurro fuera la canción de cuna más bonita nunca cantada y así, que nuestro recién nacido dejase de llorar .
.. Siempre estarás conmigo …, le dijo nuestra Anjana cuando lo dejó en brazos de los humanos del pueblo a los pies del bosque, …siempre serás parte del verde de los arboles y siempre serás parte de mí…
Pasaron los años y aquel chicu fue creciendo y fue olvidando las preciosas palabras que le habían dedicado desde pequeño. Se había convertido en un buen hombre y, sobre todo, él no sabía porqué pero cada vez que pasaba por ese bosque, montado en la vieja bicicleta que le había regalado su padre, cada vez que pasaba por aquel arroyo, todos los sonidos del bosque se alineaban para que el rechinar de sus pedales sonara más acompasado que nunca. Cosas de los mitos, le decían en el pueblo, pero él sabía que algo tan fuerte y tan grande como su propia vida pasaría en aquel lugar…
…Esta noche es la mía, dijo nuestro aldeano, esta noche voy a descubrir el porqué pasa esto, esta noche dormiré en el bosque y esperaré a que suceda…. Él sabía algo que llevaba escrito en su corazón y que había olvidado con el paso de los años.
Cuando se acabó el día y la noche llegó a su momento más mágico, nuestro protagonista no había podido contener el sueño atrasado por las prisas de sus quehaceres y había caído rendido arrullado por el calor de la hoguera . Pero fue un susurro encantador, fue una preciosa canción de cuna la que le despertó e hizo que su sonrisa no pudiera ser mayor. Esa canción era la canción, era la que le habían cantado de pequeño y la que el bosque le recordaba cada vez que pasaba por aquel arroyo.
…. Siempre he estado aquí mi vida…, le dijo nuestra preciosa Anjana, …te he estado queriendo desde siempre y siempre te he estado esperando… Fue entonces cuando dentro de su corazón él recordó las palabras que le había dicho de pequeño “…Siempre estarás conmigo….”
Dice la tradición Cántabra “que durante el equinoccio, en la media noche, se reúnen las Anjanas y danzan hasta el amanecer cogidas de la mano, que esparcen rosas y quién logre encontrar una de estas rosas que tienen pétalos púrpuras, verdes, áureos o azules, será feliz hasta la hora de su muerte”.
No sé si será verdad, pero justamente ayer 23-9-2013 hizo un mes que se casarón Rubén y Cristina y justamente ayer fue el equinocio. Yo sólo soy un pobre fotógrafo que escribe, torpemente, alguna historia pero lo que sí sé es que la magia existe y ojalá la veáis en alguna de mis fotos. Sólo mirar la foto de portada y preguntaros, ¿las Anjanas existen ?????.
Me gustaría recordarme a mi mismo, el porqué no nos paramos más a mirar lo que tenemos, nuestra preciosa Cantabria puede estar dentro de cada una de nuestras casas, o dentro de nuestros seres queridos, o dentro de nosotros mismos. Algunas veces no paramos de decirnos, no puedo más ,no llego….., no llego….., tengo que hacer…., tengo que poner…., tengo que…. ¡Uff! no llego…., no llego. … y creo que es el momento de decir : “ es el momento…., es la oportunidad….., lo lograré….. PORQUE NO HOY”. Tomaros este equinoccio para encontrar a vuestra propia Anjana, puede estar en vuestra pareja, o vuestro hij@, o vuestro marido o vuestra esposa…. o porque no, en vosotros mism@s. Yo sé que existe….
Muchas gracias chicos por dejarnos compartir vuestro día y por dejarnos contar esta pequeña historia con vuestra boda, espero que os gusten las fotos tanto como a nosotros el poder hacerlas y para ti, Cristina, nos gustaría ofrecértelo como tu pequeño regalo de cumpleaños…
Un abrazo muy fuerte.
Manuel & Eva
He visto el reportaje de vuestra boda que guapos estabais ese día.
Muchas gracias chicos, por las bonitas palabras que habéis puesto aquí, ha sido todo un gusto el poder estar con vosotros ese día.
Un abrazo
Manuel&Eva
Increíble el reportaje de la boda!!! Solamente decir que estamos deseando tener en nuestras manos la colección completa de fotos para poder contemplar a todos los familiares y amigos que se quedan fuera de esta preciosa selección, pero que sin duda estarán retratados en las otras muchas instantáneas que nos quedarán para el recuerdo de un día inolvidable.
El 23/08 supuso para nosotros una dosis de emociones nunca antes vivida, sensaciones y escenas de alta intensidad concentradas en demasiado poco tiempo. Por suerte podemos rescatar varios momentos únicos plasmados en la fotografía y conservarlos para cuando el paso del tiempo intente dejar en un segundo plano aquel maravilloso e irrepetible día.
Respecto a la historia contada por Manuel, qué decir…. ¡una pasada!Un lujo contar con una guinda tan emotiva para este pastel tan especial.
Un abrazo de parte de los “novios”, Cristina y Rubén.