Cuando nos ponemos a recordar las grandes películas de Ingrid Bergman, de mediados de los años 50, donde todo parecía más romántico, donde se nos mostraban los sentimientos mezclados en un cóctel de amargos acontecimientos, aderezados con finales no siempre felices, pero con un devenir siempre tan romántico y siempre tan increíble, donde ellos son los tipos duros que al final vemos que sufren por amor y donde ellas eran las increíbles estrellas que daba igual donde estuvieran porque siempre iluminaban todo lo que a su alrededor pasara , donde una mirada valía más que cualquier guión o donde existía ese momento tan mágico que existe cuando la mirada de los dos amantes se cruzan por primera vez y por unos instantes se para todo. El mundo da un frenazo y no importa absolutamente nada de tu alrededor, sólo lo que esa mirada de ella te cuenta, sólo lo que esa mira de él te quiere contar…
Creo que precisamente ese momento es lo que pasó cuando nuestro protagonista del primer cuento de esta temporada sintió por ella. Sé que precisamente nuestros protagonistas son lo completamente opuestos a las grandes películas de los años 50, os voy a poner un poquito en la situación de lo sucedido esta noche en el bar de costumbre a las horas habituales, donde la noche se empieza a confundir con la mañana y donde no sabes ya muy bien si llegar tarde o madrugar…..
Él estaba con su grupo de amigos apurando las últimas notas arrítmicas de esa canción tan machacona, pero que se mete dentro de ti y no puedes dejarla de tararear. Él estaba apurando una noche más los últimos tragos de aquel combinado que tanto le gustaba, cuando de repente y sin saber porqué, la música dejó de sonar, las luces se apagaron completamente en ese bar y sólo las linternas de nuestros móviles alumbraban las caras extrañadas de los allí asistentes. Él no se había fijado en toda la noche, pero en ese momento y con una luz rosa que salía de la pantalla de su smartphone resultó que ella nuevamente como aquellas artistas de los años 50 que iluminaban el lugar por donde pasaban, todo se convirtió en magia, toda la magia estaba allí y estaba mirándole.
…. ¿A mí? se preguntaba él, ¿es a mí?, seré yo el que pueda disfrutar de esos ojos, seré yo el que pueda iluminar tu cara….¿seré yo?…..
Antes de que la luz de nuestro habitual bar se apagara, ellos ya se habían fundido en un beso, como los de antes, de los besos sin prisas, de los besos ilumiados con pequeñas luces que nos recuerdan que lo importante se tiene que sentir, que lo importante no es lo que vemos día a día, sino lo que sentimos con los ojos cerrados.
Ella le hizo saber casi sin decir ni una sola palabra y mirándole fijamente a los ojos que él era el amor de su vida, que apagaría una y mil veces la luz de ese bar para quedarse unos segundos con él a solas, que siempre lucharía por su amor y pasara lo que pasara ellos estaría juntos siempre. No nos tenemos que ir a los años 50 para saber que el amor de hoy en día es y será siempre tan especial, que por muchos años que pase, ese sentimiento será siempre igual de increíble y que cuando la chispa del amor logra encender dos corazones al mismo tiempo, por mucho tiempo que pase o que haya pasado, para mí siempre será como en las películas de Ingrid Bergman, donde todo se paraba por una mirada, donde los guiones languidecían cuando los ojos de ella y Humphrey Bogart se cruzaban, historias que se forjaban el los bares y que se siguen forjando en los mismo lugares.
Como todo cuento, para mí, lleva una reflexión, hoy para mí es muy simple… “da igual que pase el tiempo y da igual que los tiempos cambien, siempre tenemos que tener el corazón preparado para que surja ese apagón de todo lo que no es importante y que solamente se quede encendida la luz de nuestro móvil iluminando a nuestro corazón. Ver sentir, disfrutar de todo lo bonito de nuestra vida y, sobre todo, no os canséis de buscar dentro de cada uno de nosotros porque siempre estará nuestro Bogart esperando a nuestra Bergman en aquél “Café de Rick”.
Como siempre chicos espero que os haya gustado esta pequeña historia dedicada para vosotros y con todo mi cariño pero, sobre todo, espero que las imágenes de vuestra boda, sean el recuerdo de ese día tan deseado. Os doy las gracias por haberme elegido para hacerlo posible.
Aquí os dejo las fotos de su increíble día….
Manuel Castaño